Trauma
El hecho de que una situación perturbadora tenga un impacto traumático en la persona no lo define la situación en sí misma, sino las circunstancias concretas en las que ocurre, así como los recursos con los que la persona cuente en ese momento.
De esta forma, el trauma psicológico puede darse en cualquier momento de nuestra vida, incluso antes del nacimiento, y el impacto de éste tiene una incidencia directa en la capacidad del sistema nervioso de la persona para afrontar situaciones futuras.
Esto, en un futuro puede tener muy diversas expresiones: desde dificultades para regular las emociones, dolores y enfermedades físicas, crisis de ansiedad, fobias, problemas de atención, … Pero, sobre todo, se produce un daño importante en la percepción que la persona tiene de sí mismo y del mundo que le rodea, afectando también a su sentimiento de seguridad, limitando de manera significativa su bienestar y calidad de vida.
También existen los llamados “traumas ocultos”, aquellos que en principio podrían ser valorados como poco importantes para un observador externo, pero que al sobrepasar los recursos de la persona afectada, producen un daño significativo. Ejemplos de estos pueden ser duelos (desde la muerte de una mascota o un familiar cercano, separaciones y divorcios, cambios de domicilio, colegio, …), intervenciones quirúrgicas, enfermedad, accidentes domésticos, acoso escolar, separaciones temporales de sus padres/cuidadores, violencia familiar (gritos, golpes, críticas constantes, aunque no sean dirigidas a su persona), … Este tipo de situaciones afectan de manera especial en los niños/as, debido a sus necesidades de protección y seguridad, que deben ser cubiertas por al menos un adulto competente. Cuando este adulto no ofrece la protección y seguridad que el niño necesita, las situaciones difíciles a la que tenga que hacer frente el menor pueden impactar de manera traumática en él, afectando al desarrollo de su cerebro, así como a su sentimiento de valía y su capacidad de adaptación a todos los niveles.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el trauma puede manifestarse en cualquier momento de la vida de la persona, a pesar de haber acontecido muchos años atrás, a partir de una nueva experiencia intensa o vital (separación, accidente, pérdida de trabajo, duelo, nacimiento de un hijo, …). Puede producirse entonces una reactivación de la sintomatología traumática, agotando los recursos de la persona y colapsando el sistema interno.
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